Si queremos olvidarnos de esos centímetros de más que tenemos en la barriga no podemos esperar a que se vayan por arte de magia, pero, aunque no existen productos milagrosos para conseguir un vientre plano, podemos lograrlo con esfuerzo y constancia. Debemos tener en cuenta dos elementos importantes a la hora de perder peso: la alimentación y el ejercicio físico. Por ahora, nos centraremos en las dudas y mitos sobre la dieta.
Alimentación
Cambiar nuestros hábitos a la hora de comer es muy importante si queremos adelgazar. Esto no significa que debamos comer menos, sino que tenemos que acostumbrarnos a seguir una dieta equilibrada. Para empezar, eliminar comidas no sirve para nada; al contrario. Deberíamos comer cantidades un poco más reducidas unas cinco o seis veces al día en vez de comer mucho tres veces. Así conseguiremos que nuestro metabolismo se mantenga activo y además tendremos menos antojos.
Uno de los mayores problemas es que la gente no entiende cómo funciona su cuerpo, y tiende a aceptar la ayuda de cualquiera. La clave para mantener una dieta equilibrada a la hora de hacer deporte es conocer las necesidades de nuestro cuerpo. Es necesario saber cómo la comida va a afectar a nuestro cuerpo, para decidir si debemos consumir antes, durante o después del ejercicio.
Aquí cinco mitos sobre la dieta durante el entrenamiento físico:
1. Tomar proteínas después del ejercicio
Si pensamos en la alimentación tras acabar la sesión de gimnasio a todos nos viene a la cabeza una persona musculosa bebiendo un batido de proteínas. Pero esta práctica no es la que se recomienda, más allá de las necesidades de cada individuo.
Ha quedado demostrado que, con la toma de una pequeña cantidad de proteínas esenciales antes del entrenamiento, el cuerpo es capaz de elevar los niveles de aminoácidos hasta dos horas después, de modo que no debemos obsesionarnos con tomarlas nada más acabar.
2. Beber agua con azúcar reduce el dolor muscular post ejercicio
Uno de los remedios caseros, y el más extendido que se ha utilizado para acabar con el dolor muscular es la ingesta de agua con azúcar. El objetivo de este mágico tratamiento es acabar con los cristales de ácido láctico que se forman en el músculo.
Fuera mitos, el dolor no desaparecen por arte de magia con remedios caseros. Siempre se ha creído que el causante de las agujetas era el ácido láctico producido por los músculos al hacer ejercicio. Y estudios han demostrado que estos cristales no existen después del entrenamiento, por lo que este tratamiento no sirve de nada. Así que la forma de acabar con el dolor no es beber agua con azúcar, pero si realizar ejercicio más a menudo.
3. Hacer deporte aumenta el apetito
El hecho de hacer deporte aumenta la sensibilidad a la leptina, hormona que libera las células grasas, lo que avisa a nuestro organismo de que ha llegado el momento de dejar de comer. No solo se aumenta la sensibilidad a la leptina, sino que también la cantidad de amilina en sangre, por lo que reduce el apetito.
4. Cualquier bebida energética sirve
A la hora de elegir una bebida energética hay que tener en cuenta sus características, de esta manera podrás determinar si será efectiva o no.
Para ello tenemos que tener en cuenta la etiqueta nutricional permite identificar qué es lo que contienen cada bebida y saber para qué es mejor. Algunas tienen más hidrato de carbono, otras con más proteínas, otras con más vitaminas o minerales.
5. Puedo comer de todo
El deporte no permite que una persona pueda comer de todo. Si se practica deporte, pero no se mantiene una dieta equilibrada estamos perdiendo el tiempo. Generalmente una de las principales necesidades a la hora de practicar deporte si queremos que este sea efectivo es mantener una buena alimentación y cuidar nuestra dieta. Si cuidamos nuestra dieta estaremos contribuyendo al bienestar de nuestro organismo, pero si comemos como locos, será inútil.
El té puede ser un aliado
Las infusiones no sólo no cuestan dinero ni apenas tiempo, también son saludables, hidratan y te ayudan a mantenerte alejado de la comida basura y los picoteos. A veces basta poner a hervir el agua y hacer un té para que se te pasen las ganas de atracar la nevera o abrir la bolsa de patatas fritas o el bote de helado... Algo que mejor no comprar, porque al final son tentaciones, ¡y es difícil resistirse a ellas!
Esta infusión de jengibre, limón y canela es totalmente natural tiene un sabor agradable y se hace en menos de 5 minutos.
Ingredientes
1 litro de agua
5 rodajas de raíz de jengibre orgánica pelada
Zumo de 1 limón y la ralladura de la piel
Un palito de canela en rama
¿Cómo preparar la infusión?
Pon el agua en una cazuela grande y cuando empiece a hervir añade las rodajas de jengibre cortadas finamente y la rama de canela. Deja que hierva 5 minutos más y retira del fuego. Añade la ralladura de la piel de limón y deja que se enfríe un poco para añadir el zumo de medio limón. Puedes colar la bebida, pero yo no lo hago y mantengo los ingredientes en un bote de cristal para ir bebiendo el litro de infusión a lo largo del día.
Beneficios de la infusión de jengibre, limón y canela
La mezcla de limón y el jengibre es una buena combinación que no sólo da un sabor ácido y refrescante a la infusión, también aporta antioxidantes como la vitamina C del limón y sustancias antiinflamatorias como los ginsenósidos del jengibre. La inflamación está asociada al sobrepeso y la obesidad, y esta infusión te ayuda a regular los niveles de inflamación por exceso de peso en forma de grasa y a mantener el metabolismo activo tras el ejercicio, que necesitas para mantener y crear masa muscular activa, lo que te hará quemar más calorías al entrenar y después de entrenar.
La canela tiene propiedades hipoglucemiantes, ayuda a mantener constantes los niveles de glucosa en sangre, evitando que picotees por ansiedad, especialmente que te apetezca tomar algo dulce. La canela reemplaza al azúcar y aporta un rico sabor a la infusión.
Esta infusión no sólo te puede ayudar a perder peso cuando entrenas y cuidas lo que comes, también te ayuda a mantener las defensas y evitar las infecciones respiratorias como gripes y catarros de invierno. Un plus que no nos viene nada mal a los deportistas que entrenamos en exterior, y a veces por querer quemar más calorías nos pasamos con la duración o intensidad de los entrenamientos y acabamos con las defensas debilitadas o expuestos a temperaturas extremas, lo que suele acabar en una infección respiratoria.
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